martes, 4 de junio de 2013

EL "DERECHO" DE LA MUJER: MATAR A SU HIJO


En la actualidad se habla mucho sobre los derechos que tienen los animales (lo cual no está del todo mal), pero hablamos de tantos derechos de los animales que nos olvidamos de defender la vida de aquellos pequeños seres humanos indefensos, que se encuentran en el vientre de sus madres y que son víctimas de tantas atrocidades.

Las personas tratamos de enmascarar nuestros actos ocultándolas en argumentos de supuesta “piedad”. Siempre se habla de un derecho de la mujer sobre su propio cuerpo; pero, ¿De verdad se tiene derecho sobre el cuerpo?

Definamos, ¿Qué es el cuerpo humano?


Entendemos por cuerpo a “algo” que constituye a una persona, animal o cosa y que está sujeto  al tiempo y al espacio.  Sin embargo, la persona humana está constituida de cuerpo y alma. Cuando vemos el cuerpo de un hombre, no vemos un cuerpo sino un hombre, porque el hombre no es solo un cuerpo sino,  tras el cuerpo, un alma, una persona. El cuerpo no es algo que yo poseo, el cuerpo que yo vivo en primera persona soy yo mismo.

El cuerpo humano va más allá de la simple corporeidad animal porque, en cuanto humano, lleva en sí mismo la vitalidad interior: el alma. La corporeidad nos presenta el cuerpo y el alma en una unidad indisoluble.

Se puede afirmar que el hombre nace de la actividad generadora  biológica de los padres; en tanto que producido por ellos, es un individuo de la especie humana, un ser que solo difiere numéricamente de sus semejantes. El hombre es algo más que individuo de una especie, es una persona, esto quiere decir que es un ser inteligente, libre, uno y único, irrepetible, fin en sí mismo, para su propia realización y para una realización inmortal.

Durante mucho tiempo se ha tratado de definir a la persona humana; una de estas primeras definiciones que es la que diera Boecio cuando dijo: persono es “sustancia individual de naturaleza racional”, esta definición, seria recogida posteriormente por Santo Tomas “subsistente individual de naturaleza racional” (Tomas de Aquino, S.Th. I,q. 29, a.3)

La denominación de “persona” apunta prioritariamente a la grandeza o majestad de determinados seres. Semejante nobleza hace referencia al ser, deben considerarse personas las realidades que poseen un grado de ser superior, en segundo término, la condición personal lleva aparejada una excelencia también en el obrar.

La índole personal exige una actitud de respeto y autentico amor; de promoción de ese gran bien que cualquier persona está llamada a alcanzar.

Por ello, no es verdad que uno tenga derecho a hacer consigo o con su cuerpo lo que le dé la gana; se debe tener respeto e incluso veneración al ser propio y ajeno, con todas sus dimensiones, incluidas las corpóreas puesto que el cuerpo humano es también personal.

Respeto y reverencia también al obrar correspondiente a la condición de persona, en  uno mismo y en  los demás.
Por esto, “la vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción hasta la muerte natural” (Cf. C.E.C. 2270)

¿Cuándo empieza la vida humana?


 En el momento de la concepción todos los elementos  que constituyen al ser humano se encuentran presentes. Al momento de la unión de los cromosomas del padre y de la madre, ya se ha formado un ser único, que jamás podrá duplicarse. Todos los seres humanos reciben 23 cromosomas de cada uno de sus progenitores.

Cada persona es un ser único e irrepetible. Una vez que ha ocurrido la fertilización, el ovulo y el esperma dejan de existir. Una nueva persona ha sido creada y, en esta primera etapa, es un minúsculo organismo que pesa solo 15 diez millonésimas de gramo. Es en ese preciso momento que comienza la vida.

Desde ese momento la formación subsiguiente de la persona es cuestión puramente de desarrollo, crecimiento y madurez. A partir del momento de la concepción, la criatura crece y continúa creciendo hasta que termine su vida.

La madre no tiene derecho sobre su cuerpo menos derecho sobre el ser que lleva en su vientre, ya que, la madre solo presta su vientre al bebe para que este se desarrolle, mas siguen siendo dos seres distintos e independientes. Este niño tiene tanto derecho a la vida como todos los seres humanos de cualquier edad.

Este derecho a la vida es el más fundamental de todos los derechos humanos (derechos que hasta hoy en día tienen los animales).

Violar este derecho, destruir una vida, matar a un ser humano a cualquier edad o etapa de su desarrollo tanto dentro del vientre como fuera de él, constituye un delito contra Dios y la humanidad.

No debemos ser infieles a la ley de Dios, nosotros existimos gracias a que nuestras madres no optaron por abortar y le dijeron sí a la vida.

Recordemos que el aborto hiere el alma de todos los que están involucrados en el, aun teniendo poca participación en el acto.

El aborto no solo destruye la vida del no nacido, también deja un sendero de dolor y destrucción de vidas quebrantadas y familias perjudicadas.

Nadie tiene derecho a quedarse indiferente ante este moderno holocausto. Nadie tiene derecho a quedarse indiferente ante este genocidio de los inocentes.

Tenemos que tomar una posición: A favor o en contra.  Pero recuerda que tarde o temprano daremos cuenta a nuestro Supremo Creador de lo que hicimos o dejamos de hacer. (Revista “Atrévase a ver lo que el aborto realmente es”, Defiende la vida).

“Todo mal tiene su raíz en el aborto, porque si a una madre le es permitido matar a su propio hijo, ¿Qué impide que nos matemos unos a otros?” (Beata Teresa de Calcuta)

“La nación que mata a sus propios hijos es una nación sin futuro” (Beato Juan Pablo II)


“No tiemble tu corazón ni se acobarde… eres definitivamente amada, suceda lo que suceda y este gran Amor espera por ti”. (S.S. Benedicto XVI – Spe Salvi 2)


“La aceptación social del aborto es la gran verguenza y la más grave, sin excepción, que ha ocurrido en el siglo XX”. (Julian Marias – Filósofo y escritor 1914 – 2005).



                                                                LUIS ALBERTO CHUMACERO ORRILLO


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