El pecado es una falta contra la razón, la verdad,
la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el
prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del
hombre y atenta contra la solidaridad humana. Ha sido definido por San Agustín
como “una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna”.
Condiciones para que
exista pecado:
Para que un pecado sea
mortal se requieren tres condiciones: “Es pecado mortal lo que tiene como
objeto una materia grave y que, además, es cometido
con pleno conocimiento y deliberado consentimiento”.
La materia grave es precisada por los Diez
mandamientos según la respuesta de Jesús al joven rico: “No mates, no cometas
adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto, honra a tu
padre y a tu madre” (Mc 10, 19). La gravedad de los pecados es mayor o menor:
un asesinato es más grave que un robo.
La cualidad de las personas
lesionadas cuenta también: la violencia ejercida contra los padres es más grave
que la ejercida contra un extraño.
El pecado mortal requiere plena conciencia y entero consentimiento. Presupone el conocimiento
del carácter pecaminoso del acto, de su oposición a la Ley de Dios. Implica
también un consentimiento suficientemente deliberado para ser una elección
personal. La ignorancia afectada y el endurecimiento del corazón (cf. Mc. 3, 5-6; Lc 16, 19-31) no disminuyen, sino
aumentan, el carácter voluntario del pecado.
La ignorancia involuntaria
puede disminuir, si no excusar, la imputabilidad de una falta grave, pero se
supone que nadie ignora los principios de la ley moral que están inscritos en
la conciencia de todo hombre.
Los impulsos de la
sensibilidad, las pasiones pueden igualmente reducir el carácter voluntario y
libre de la falta, lo mismo que las presiones exteriores o los trastornos
patológicos. El pecado más grave es el que se comete por malicia, por
elección deliberada del mal.
Tipos de pecado:
-
Grave o mortal: Para que un pecado sea mortal, se necesita que
haya materia grave, pleno conocimiento y consentimiento. En otras palabras,
que lo que se hace sea grave, que se conozca la gravedad y que aún así se
realice. Este pecado separa totalmente al hombre de Dios, pierde el estado de
gracia. Si no es rescatado por el arrepentimiento y el perdón de Dios
(Confesión), causa la exclusión del Reino de Cristo y la muerte eterna del
infierno.
-
Leve o venial: Se produce cuando la materia es leve o cuando se
desobedece una materia grave, pero sin conocimiento pleno ni consentimiento
perfecto. Debilita la amistad con Dios, impide
el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes. El pecado venial deliberado y sin arrepentimiento nos
dispone poco a poco al pecado mortal. Dios nos
perdona los pecados veniales en la Confesión y también, fuera de este sacramento,
cuando realizamos un acto de contrición y hacemos penitencia, doliéndonos por
no haber correspondido al infinito amor que nos tiene.
La repetición de los malos hábitos nos lleva al
vicio. Por ello, se nos oscurece la conciencia y llega un momento en que no
sabemos qué está bien o mal. Es conveniente luchar contra nuestros malos
hábitos antes que nos lleven a la enemistad total con Dios.
El pecado es una realidad opuesta a la
Salvación que Dios nos ofrece. El pecado nos esclaviza, nos hace menos libres,
ya que estamos esclavizados por nuestras pasiones, vicios, etc.
No hay pecado que no pueda ser perdonado si nos acogemos a la misericordia de Dios, en el sacramento de la Reconciliación, con un corazón arrepentido y humillado.
LOS MANDAMIENTOS
LO QUE DIOS NOS PIDE
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LO QUE OFENDE A DIOS
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1.
AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS
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Debemos creer, confiar y amar a Dios sobre
todo.
Dios debe ser lo más importante en nuestras
vidas.
Amarlo, respetarlo y vivir cerca de Él. Esto
lo podemos hacer a través de la oración y los sacramentos.
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Idolatría:
Divinizar una criatura, el poder, el dinero, etc.
Superstición:
adivinación, magia, brujería y espiritismo.
Ateísmo:
Rechaza la existencia de Dios.
Agnosticismo:
Indiferencia ante Dios.
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2. NO
TOMARÁS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO
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Debemos cuidar y respetar todas las cosas que
tienen que ver con Dios, así como respetar al sacerdote y a las personas
consagradas a su servicio.
Usar el nombre de Dios con mucho amor y
respeto.
Las promesas o juramentos
hechos a otro en nombre de Dios comprometen el honor, la fidelidad y la
veracidad divina.
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Blasfemia: Es decir a Dios -interior o exteriormente- palabras
de odio, de reproche, de desafío, etc.
Uso mágico del Nombre divino.
Juramento en falso: Jurar es tomar a Dios por testigo de lo que se
afirma. El falso juramento invoca a Dios como testigo de una mentira.
Perjurio: Hace una promesa que no tiene intención de cumplir.
Comprometerse mediante juramento a hacer una obra mala es contrario a la santidad
del Nombre divino.
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3.
SANTIFICARÁS LAS FIESTAS
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Dedicar los domingos y los días de fiesta a
alabar a Dios y a descansar sanamente.
Debemos ir a Misa todos los domingos y
fiestas que la Iglesia indique y celebrar el amor de Dios y todo lo que ha
hecho por nosotros.
Participar con atención en las celebraciones
eucarísticas.
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Faltar a Misa los domingos o días de
precepto:
1 de enero (Santa María
Madre de Dios)
29 de junio (San Pedro y
San Pablo)
30 de agosto (Santa Rosa
de Lima)
1 de noviembre (Día de
Todos los Santos)
8 de diciembre (La
Inmaculada Concepción)
25 de diciembre
(Navidad)
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4.
HONRARÁS A TU PADRE Y A TU MADRE
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Escuchar, respetar, obedecer y amar a los
padres y a aquellas personas que tengan autoridad sobre nosotros (abuelos,
tíos, sacerdotes, profesores, directores, autoridad civil, etc.).
Asimismo, los padres deben amar y velar por
el bien de sus hijos, procurándoles una buena educación y atendiéndoles lo
mejor posible en sus necesidades.
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Desobedecer o faltar el respeto a nuestros
padres o superiores.
Abandono de los padres en edad avanzada.
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5. NO
MATARÁS
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Debemos respetar nuestra propia vida y la del
prójimo.
No lastimar ni atentar contra la vida propia
o ajena, ya sea física o moralmente.
Cuidar nuestra salud para no caer en vicios
como el alcoholismo o la drogadicción.
También nos exige la paz del corazón.
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Homicidio,
aborto, eutanasia, suicidio y la cooperación a cualquiera de ellos.
Sentimientos de ira, deseo
de venganza por el mal recibido, odio, desear el mal al prójimo.
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6. NO
COMETERÁS ACTOS IMPUROS
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Debemos procurar la limpieza interior de
nuestro cuerpo y de nuestra alma ya que es un tesoro muy grande que debemos
conservar.
Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu
Santo.
Corresponde a cada uno, hombre y mujer,
reconocer y aceptar su identidad sexual.
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La masturbación, fornicación, pornografía,
prostitución, violación y los actos
homosexuales.
Las ofensas a la
dignidad del Matrimonio son las siguientes: el adulterio, el divorcio, la
poligamia, el incesto, la unión libre (convivencia, concubinato) y el acto
sexual antes o fuera del matrimonio.
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7. NO
ROBARÁS
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Respeto a las personas, a sus bienes y a la
integridad de la Creación.
Respeto a las
promesas y a los contratos estipulados; la reparación
de la injusticia cometida y la restitución del bien robado.
Uso prudente y moderado de los recursos
minerales, vegetales y animales del universo.
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Atentar contra los derechos de propiedad
privada de las personas.
Malgastar los recursos naturales. Atentar
contra la Creación.
Restar tiempo al estudio, al trabajo o a Dios
realizando otras actividades.
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8. NO
DIRÁS FALSO TESTIMONIO NI MENTIRÁS
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Sinceridad y veracidad en el actuar y en el
hablar.
Exige el respeto a la verdad, acompañado de
la discreción de la caridad: en la comunicación y en la información,
que deben valorar el bien personal y común, la defensa de la vida privada y
el peligro del escándalo.
Respeto a las confidencias hechas bajo
la exigencia de secreto.
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El falso
testimonio, el juicio
temerario, la maledicencia,
la difamación y la calumnia: Perjudican o destruyen la
buena reputación y el honor de toda persona.
El halago,
la adulación o la complacencia: Sobre todo si están
orientados a lograr ventajas ilícitas.
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9. NO
CONSENTIRÁS PENSAMIENTOS NI DESEOS IMPUROS
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Nos pide pureza de corazón para ver todas las
cosas con los ojos de Dios.
La pureza de intención, la pureza de la
mirada exterior e interior, la disciplina de los sentimientos y de la
imaginación.
Practicamos la castidad, cuidando lo que
vemos, lo que oímos, lo que decimos, etc.
Exige el pudor, preservando la intimidad de la persona.
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Miradas, pensamientos, gestos mal
intencionados, inmorales.
Curiosidad morbosa. Erotismo. Deseos
desordenados.
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10. NO
CODICIARÁS LOS BIENES AJENOS
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Exige una actitud interior de respeto en
relación con la propiedad ajena.
Ser felices, disfrutar y agradecer por las
cosas que tenemos.
Ser generosos (desprendimiento de las
riquezas) y abandonarnos en las manos de Dios y confiar en su providencia.
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Avaricia
Deseo desordenado de los bienes de otros.
Envidia
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LUIS ALBERTO CHUMACERO ORRILLO
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