lunes, 22 de septiembre de 2014

PECADO: UN “NO” AL AMOR DE DIOS



El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Ha sido definido por San Agustín como “una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna”.



Condiciones para que exista pecado:

Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones: “Es pecado mortal lo que tiene como objeto una materia grave y que, además, es cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento”.

La materia grave es precisada por los Diez mandamientos según la respuesta de Jesús al joven rico: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre” (Mc 10, 19). La gravedad de los pecados es mayor o menor: un asesinato es más grave que un robo.

La cualidad de las personas lesionadas cuenta también: la violencia ejercida contra los padres es más grave que la ejercida contra un extraño.

El pecado mortal requiere plena conciencia y entero consentimiento. Presupone el conocimiento del carácter pecaminoso del acto, de su oposición a la Ley de Dios. Implica también un consentimiento suficientemente deliberado para ser una elección personal. La ignorancia afectada y el endurecimiento del corazón (cf.  Mc. 3, 5-6; Lc 16, 19-31) no disminuyen, sino aumentan, el carácter voluntario del pecado.

La ignorancia involuntaria puede disminuir, si no excusar, la imputabilidad de una falta grave, pero se supone que nadie ignora los principios de la ley moral que están inscritos en la conciencia de todo hombre.

Los impulsos de la sensibilidad, las pasiones pueden igualmente reducir el carácter voluntario y libre de la falta, lo mismo que las presiones exteriores o los trastornos patológicos. El pecado más grave es el que se comete por malicia, por elección deliberada del mal.

Tipos de pecado:

-               Grave o mortal: Para que un pecado sea mortal, se necesita que haya materia grave, pleno conocimiento y consentimiento. En otras palabras, que lo que se hace sea grave, que se conozca la gravedad y que aún así se realice. Este pecado separa totalmente al hombre de Dios, pierde el estado de gracia. Si no es rescatado por el arrepentimiento y el perdón de Dios (Confesión), causa la exclusión del Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno.

-               Leve o venial: Se produce cuando la materia es leve o cuando se desobedece una materia grave, pero sin conocimiento pleno ni consentimiento perfecto. Debilita la amistad con Dios, impide el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes. El pecado venial deliberado y sin arrepentimiento nos dispone poco a poco al pecado mortal. Dios nos perdona los pecados veniales en la Confesión y también, fuera de este sacramento, cuando realizamos un acto de contrición y hacemos penitencia, doliéndonos por no haber correspondido al infinito amor que nos tiene.

 

La repetición de los malos hábitos nos lleva al vicio. Por ello, se nos oscurece la conciencia y llega un momento en que no sabemos qué está bien o mal. Es conveniente luchar contra nuestros malos hábitos antes que nos lleven a la enemistad total con Dios.

El pecado es una realidad opuesta a la Salvación que Dios nos ofrece. El pecado nos esclaviza, nos hace menos libres, ya que estamos esclavizados por nuestras pasiones, vicios, etc.

No hay pecado que no pueda ser perdonado si nos acogemos a la misericordia de Dios, en el sacramento de la Reconciliación, con un corazón arrepentido y humillado.


LOS MANDAMIENTOS

LO QUE DIOS NOS PIDE
LO QUE OFENDE A DIOS
1. AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS

Debemos creer, confiar y amar a Dios sobre todo.

Dios debe ser lo más importante en nuestras vidas.
Amarlo, respetarlo y vivir cerca de Él. Esto lo podemos hacer a través de la oración y los sacramentos.

Idolatría: Divinizar una criatura, el poder, el dinero, etc.

Superstición: adivinación, magia, brujería y espiritismo.

Ateísmo: Rechaza la existencia de Dios.

Agnosticismo: Indiferencia ante Dios.

2. NO TOMARÁS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO

Debemos cuidar y respetar todas las cosas que tienen que ver con Dios, así como respetar al sacerdote y a las personas consagradas a su servicio.

Usar el nombre de Dios con mucho amor y respeto.

Las promesas o juramentos hechos a otro en nombre de Dios comprometen el honor, la fidelidad y la veracidad divina.

Blasfemia: Es decir a Dios -interior o exteriormente- palabras de odio, de reproche, de desafío, etc.

Uso mágico del Nombre divino.

Juramento en falso: Jurar es tomar a Dios por testigo de lo que se afirma. El falso juramento invoca a Dios como testigo de una mentira.

Perjurio: Hace una promesa que no tiene intención de cumplir. Comprometerse mediante juramento a hacer una obra mala es contrario a la santidad del Nombre divino.


3. SANTIFICARÁS LAS FIESTAS

Dedicar los domingos y los días de fiesta a alabar a Dios y a descansar sanamente.

Debemos ir a Misa todos los domingos y fiestas que la Iglesia indique y celebrar el amor de Dios y todo lo que ha hecho por nosotros.

Participar con atención en las celebraciones eucarísticas.


Faltar a Misa los domingos o días de precepto:

1 de enero (Santa María Madre de Dios)
29 de junio (San Pedro y San Pablo)
30 de agosto (Santa Rosa de Lima)
1 de noviembre (Día de Todos los Santos)
8 de diciembre (La Inmaculada Concepción)
25 de diciembre (Navidad)
4. HONRARÁS A TU PADRE Y A TU MADRE

Escuchar, respetar, obedecer y amar a los padres y a aquellas personas que tengan autoridad sobre nosotros (abuelos, tíos, sacerdotes, profesores, directores, autoridad civil, etc.).

Asimismo, los padres deben amar y velar por el bien de sus hijos, procurándoles una buena educación y atendiéndoles lo mejor posible en sus necesidades.



Desobedecer o faltar el respeto a nuestros padres o superiores.

Abandono de los padres en edad avanzada.
5. NO MATARÁS

Debemos respetar nuestra propia vida y la del prójimo.

No lastimar ni atentar contra la vida propia o ajena, ya sea física o moralmente.

Cuidar nuestra salud para no caer en vicios como el alcoholismo o la drogadicción.

También nos exige la paz del corazón.


Homicidio, aborto, eutanasia, suicidio y la cooperación a cualquiera de ellos.

Sentimientos de ira, deseo de venganza por el mal recibido, odio, desear el mal al prójimo.
6. NO COMETERÁS ACTOS IMPUROS

Debemos procurar la limpieza interior de nuestro cuerpo y de nuestra alma ya que es un tesoro muy grande que debemos conservar.

Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo.
 Corresponde a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual.



La masturbación, fornicación, pornografía, prostitución,  violación y los actos homosexuales.

Las ofensas a la dignidad del Matrimonio son las siguientes: el adulterio, el divorcio, la poligamia, el incesto, la unión libre (convivencia, concubinato) y el acto sexual antes o fuera del matrimonio.
7. NO ROBARÁS

Respeto a las personas, a sus bienes y a la integridad de la Creación.

Respeto a las promesas y a los contratos estipulados; la reparación de la injusticia cometida y la restitución del bien robado.

Uso prudente y moderado de los recursos minerales, vegetales y animales del universo.

Atentar contra los derechos de propiedad privada de las personas.

Malgastar los recursos naturales. Atentar contra la Creación.

Restar tiempo al estudio, al trabajo o a Dios realizando otras actividades.

8. NO DIRÁS FALSO TESTIMONIO NI MENTIRÁS

Sinceridad y veracidad en el actuar y en el hablar.

Exige el respeto a la verdad, acompañado de la discreción de la caridad: en la comunicación y en la información, que deben valorar el bien personal y común, la defensa de la vida privada y el peligro del escándalo.

Respeto a las confidencias hechas bajo la exigencia de secreto.


El falso testimonio, el juicio temerario, la maledicencia, la difamación y la calumnia: Perjudican o destruyen la buena reputación y el honor de toda persona.

El halago, la adulación o la complacencia: Sobre todo si están orientados a lograr ventajas ilícitas.
9. NO CONSENTIRÁS PENSAMIENTOS NI DESEOS IMPUROS

Nos pide pureza de corazón para ver todas las cosas con los ojos de Dios.

La pureza de intención, la pureza de la mirada exterior e interior, la disciplina de los sentimientos y de la imaginación.

Practicamos la castidad, cuidando lo que vemos, lo que oímos, lo que decimos, etc.

Exige el pudor, preservando la intimidad de la persona.


Miradas, pensamientos, gestos mal intencionados, inmorales.

Curiosidad morbosa. Erotismo. Deseos desordenados.
10. NO CODICIARÁS LOS BIENES AJENOS

Exige una actitud interior de respeto en relación con la propiedad ajena.

Ser felices, disfrutar y agradecer por las cosas que tenemos.

Ser generosos (desprendimiento de las riquezas) y abandonarnos en las manos de Dios y confiar en su providencia.


Avaricia

Deseo desordenado de los bienes de otros.

Envidia



LUIS ALBERTO CHUMACERO ORRILLO






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