domingo, 16 de agosto de 2015

EL ATAQUE CAVIAR


En estos últimos días se ha podido ver como es atacado el Cardenal Cipriani por el sector caviar  del Perú, a quienes les duele que el señor Cardenal siempre hable con la verdad y sin “pelos en la lengua”, y esto mismo surgió cuando un diario de información nacional de tendencia de pseudo izquierda comunista y caviar, me refiero a #ElComercio quienes invitaron a escribir un artículo al Cardenal Cipriani.

En dicho artículo el Cardenal Cipriani omitió colocar unas referencias de citas del Papa Benedicto XVI y de san Juan Pablo II; de lo cual estos amigos, quienes están siempre presentes de buscar los errores de las personas que hablan con la verdad, comenzaron a denunciar al Cardenal por plagio.

Es un hecho un tanto insólito y raro ya que primero quien debería realizar estas denuncias deberían ser los agraviados directamente en este caso sería la Santa Sede por un plagio que le corresponde al Magisterio de la Iglesia; ahora bien, si es una enseñanza que le compete al Magisterio no existiría tal plagio ya que el Cardenal es parte de este Magisterio.

Lo que causa más extrañeza aún es que, siempre según tengo entendido, los artículos antes de publicarlos pasan por una especie de filtro, quienes son los encargados de ver tanto la redacción, faltas ortográficas y/o incluso que dicho artículo sea de la persona solicitada y no un plagio. Entonces ¿No pasó por este filtro el artículo del Cardenal? ¿Fue una trampa entonces?

Muchos podrán decir que es coincidencia o no, ya que justo  estas cosas salen cuando la señora primera dama Nadine Heredia publica una foto con sus menores hijas apoyando el aborto, y cuando incluso el señor PPK incluye a su partido político al señorito Carlos (vende al mejor postor) Bruce, quien como todos ya sabemos años atrás fue quien atacaba duramente a PPK; ¿qué pasó? Pues se vendió para que alguien apoye sus “argumentos” y pueda así tratar de “meter” por donde sea su ley  homosexual y pro aborto.

Pues bien, ahora intentan callar mediante un complot al Cardenal Cipriani, quien calló en una trampa, ¿qué más se podía esperar de unos señoritos quienes apoyan el aborto y la unión homosexual? Estos señores saben y tienen muy presente que la mayoría de peruanos no aprueba el aborto ni la unión civil, es por ello que intentan confundir a la población con disfraces y juegos de palabras para poder legalizar el “asesinato social” en nuestro país, #NoSeasComplice.

Señores estemos atentos, no nos dejemos engañar por politiquerías baratas, en definitiva no se puede aprobar una ley donde matar a un inocente sea legal, o donde bajo la bandera del pseudo “amor” se permita contraer unión a personas del mismo sexo; lo que estos señores desean es callar a quien denuncia la verdad, es por ello que ahora como siempre atacan al Cardenal Cipriani para silenciarlo.

Sin embargo sabemos que nadie nunca puede ocultar la verdad, la verdad es una sola, la verdad es Cristo; y la Iglesia nunca podrá ser vencida por el demonio. Ahora más que nunca debemos defender la vida y la familia, recemos por el Cardenal Cipriani a quien muchas personas le hacen daño.




martes, 11 de agosto de 2015

"TU ERES PEDRO Y SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARE MI IGLESIA..." (Mt. 16, 13:20)



PEDRO Y LA IGLESIA


¿Conoces tú a la Iglesia Católica?

Actualmente, muchos católicos abandonan su Iglesia por que no la conocen. Tenemos un tesoro de 2,000 años que aún permanece escondido para la gran mayoría de los católicos.

1.) ¿Quién fundó la Iglesia?

En el Evangelio de San Mateo 16 : 13-20 Jesús declara: "Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia." Jesús fundó así una Iglesia. El no quiso un grupo de creyentes subsistiendo aislados o como ovejas sin Pastor.

2.) ¿A quién le habló Jesús en Mateo 16 : 13-20?

Jesús se dirigió a Simón Bar Jonás, uno de los que formarían parte de Sus doce apóstoles y Jesús le cambia el nombre por el de Pedro.

3.) ¿Qué quiere decir Pedro?

El nombre de Pedro no aparece en ningún escrito de la antiguedad, hasta que Jesús se lo da a Simón. Pedro es un nombre propio que tomó de la palabra "Petras" que quiere decir "Roca" en griego. Existen en este idioma 7 palabras para definir piedra; cuando se aplica a Jesús se utiliza "Acroniagos" que quiere decir "Piedra Angular" y  Pedro significa "Roca Firme".

4.) ¿Por qué cambia Jesús el nombre a un solo apóstol?

Pedro es la única persona del Nuevo Testamento que recibe un nuevo nombre de parte de Jesús. En el Antiguo Testamento, cuando Dios va hacer un pacto con un hombre, le cambia de nombre y le da uno de acuerdo con la misión que va a realizar; como ejemplo tenemos a Abram, cuyo nombre fue cambiado por Abrahám que quiere decir "Padre de muchedumbres", ésa sería su misión, ser el padre en la fe de millones de hombres (cf. Gen 17: 4-8).

Tenemos también a Jacob, cuyo nombre fue cambiado por el de Israel que quiere decir "Fuerza de Dios".

5.) ¿Por qué a Simón?

Jesús reconoce en Simón, la fe sólida en la cual debía fundarse la Iglesia y por esa razón le asigna la misión de ser la roca firme sobre la cual se sostiene aún después de 2,000 años . A partir de la misión recibida, Simón pasa a ocupar el primer lugar entre los apóstoles (cf. Mc 3 : 16-19; Lc 6: 14-16). En Lucas 22: 31-32, Jesús esclarece la misión de Pedro de confirmar en la fe a los demás apóstoles y apacentar al pueblo de Dios (cf. Jn 21: 15-19), como continuación dell trabajo del Buen Pastor.

6.) ¿Al morir Pedro, dejó de existir con él esta misión?

De ningún modo, en Mateo 16 : 19, Jesús promete dar las llaves.¿Qué llaves? El profeta Isaías nos da la respuesta en Is 22 : 22.  Las llaves indican sucesión cuando se habla del hecho relatado en Isaías. David había muerto siglos antes, sin embargo las llaves que simbolizaban el Poder de Administrar siguieron transmitiéndose por generaciones. Jesús es el heredero del Reino de David (cf. Lc 1 : 32-33) y El transfiere el poder de administrar la Iglesia - Su Reino - a Pedro y a los sucesores de éste.

7.) ¿Si la palabra "Papa" no aparece en la Biblia, por qué la usan?

La palabra "Papa" quiere decir en italiano Padre y por esa razón se le ha llamado así al Obispo de Roma. En la Iglesia, sólo existen tres ministerios: Diácono, Presbítero y Obispo. El Papa es Obispo de la Ciudad de Roma, donde nuestra Iglesia Católica tiene su sede principal y donde habita el sucesor de Pedro, a quién deben estar sujetas todas las demás iglesias, permaneciéndo así bajo la autoridad y en comunión con el Obispo de Roma, ya que Dios es un Dios de orden.

8.) ¿Por qué en Roma, si la Biblia no menciona que Pedro haya estado allá?

La Biblia tampoco menciona que Pablo haya muerto, esto no quiere decir que aún esté vivo. El libro de los Hechos de los Apóstoles fue escrito por Lucas, seguidor de Pablo, el cual - por la forma en que termina - pareciera que no fué concluido. Todo historiador serio sabe por pruebas arqueológicas que Pedro sí estuvo en Roma donde también murió; su sucesor fue Lino y a éste le siguió Anacleto y así sucesivamente hasta el actual Papa Juan Pablo II. En la carta del sucesor de Pedro, Clemente I, a los Corintios - que pertenece a los escritos de los de los Padres de la Iglesia - se hace mención del martirio de Pedro en dicha ciudad. La carta fue escrita en el año 96 D.C.

El libro Historia de la Iglesia de Kenneth Scott Laturell (edición de la Casa Bautista de Publicaciones, pág. 162) dice: " Aunque no fue fundada por el uno ni por el otro, la iglesia de Roma gozaba del prestigio de la visita de Pablo y de Pedro lo que parece información digna de crédito". Declara igualmente que Roma fue el escenario del martirio tanto del miembro más prominente de los doce apóstoles originales como del principal misionero de la Iglesia primitiva. La Nueva Enciclopedia Americana dice: " Cuando Pedro dejó Jerusalém, se fue por un tiempo a Antioquia y después a Roma, donde fue jefe de la Iglesia".

9.) Pero la Iglesia Católica la fundó Constantino en el Siglo IV 

Esto es totalmente falso. Con el Edicto de Milán, Constantino terminó con la persecución y matanza de los cristianos, lo cual fue positivo. Al mismo tiempo, le concedió igual trato que a los cultos no cristianos, pero nada especial. A raíz de este edicto, la Iglesia cristiana que vivía en las catacumbas salió a la luz y fue a esta misma a la que más tarde se llamó Católica, que en griego significa "Universal". ¿Por qué fue la Iglesia Católica le beneficiada? Por la sencilla razón de que no existía otra, las demás surgieron de la Católica después del siglo XV.

10.) Algunas personas afirman que el Papa es el Anticristo. ¿Es cierto esto?


La palabra anticristo significa negar a Cristo. A lo largo de todo su pontificado, El Papa ha recorrido el mundo predicando a Cristo como la única salvación para el hombre. Si el Papa fuera el anticristo, el Señor habría fallado al haberle dicho a Perdo: " Las fuerzas del infierno no prevalecerán sobre ella ". Se estaba refiriendo a la Iglesia (cf. Mt 16:18).


Este articulo a sido tomado de : EWTN: 
https://www.ewtn.com/spanish/preguntas/pedro_y_la_Iglesia.htm




jueves, 6 de agosto de 2015

LA SAGRADA ESCRITURA (n° 101 – 133 CEC)


CRISTO, PALABRA ÚNICA DE LA SAGRADA ESCRITURA

Dios para poder manifestarse a los hombres y que los hombres le entiendan, usa palabras humanas. “A través de todas las palabras de la Sagrada Escritura, Dios dice sólo una palabra, su Verbo único, en quien él dice en plenitud”[1]en estas palabras el catecismo intenta decir  que en la lectura de la Sagrada Escritura, incluso en una lectura del Antiguo Testamento, todo hace referencia a Cristo.

Es por ello que en el numeral 103 el catecismo indica que, la Iglesia ha venerado siempre las Escrituras como venera el Cuerpo del Señor, en este numeral nos indica que se debe un especial respeto a la lectura de la Palabra de Dios, no es adoración ya que la adoración se le debe dar sólo a Dios, pero sin embrago nos indica que es tan importante la liturgia de la Palabra como lo es la liturgia Eucarística, ya que es el mismo Dios quien nos habla mediante las lecturas. Es una comparación en cuanto que en la Sagrada Escritura es Dios mismo quien nos habla así como en la Eucaristía es el mismo Cristo quien está presente.

La Sagrada Escritura es alimento y fuerza para la Iglesia, porque en ella recibe la Palabra de Dios, Dios sale al encuentro del hombre para hablar con sus hijos mediante un lenguaje humano[2].

INSPIRACIÓN Y VERDAD DE LA SAGRADA ESCRITURA

Dios es el autor de la Sagrada Escritura, Dios ha inspirado a los hombres llamados hagiógrafos a poner por escrito la verdad querida por Dios. Un ejemplo popular que suele usarse es como un maestro hace un dictado a su alumno, el alumno pone por escrito las verdades dictadas por el maestro. Así pues, los hombres son instrumentos de Dios para plasmar sus verdades reveladas. Por ello la Sagrada Escritura enseña sin error y fielmente la verdad que Dios mismo hizo dar en los libros sagrados para nuestra salvación.

De todo lo mencionado cabe aclarar que la fe cristiana no es una “religión del libro”, esto quiere decir que nosotros los católicos no creemos en un escrito de letra muerta, que no nos enseña nada para nuestra vida; sino que creemos en el Verbo encarnado y vivo y que mediante la Escritura lo podemos llegar a conocer y amar.[3]

EL ESPÍRITU SANTO, INTÉRPRETE DE LA ESCRITURA

Dios habla al hombre en la Sagrada Escritura a la manera de los hombres, por tanto es necesario prestar atención a lo que Dios y los autores verdaderamente quisieron decir mediante sus palabras; para ello es necesario que cuando nosotros acudamos a leer la Escritura tenemos que tener en cuenta los géneros literarios de la época, la manera de hablar y de expresar las ideas en aquel tiempo.[4]
Sin embargo, tenemos otro principio para la recta interpretación y sin la cual la Escritura sería letra muerta: “La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita”. El Concilio vaticano II muestra tres criterios para una recta interpretación de la escritura:

1.-  Prestar gran atención “al contenido y a la unidad de toda la Escritura”, existen diferencias entre los libros que la componen; sin embargo, todos los libros forman una gran unidad y no se puede entender sin saber la totalidad. Se sabe también que el centro y corazón de la Escritura es Cristo.

2.- Leer la escritura en la Tradición viva de toda la Iglesia,  la santa madre Iglesia es la que contiene en su Tradición la memoria viva de la Palabra de Dios, por lo que el Espíritu Santo es el que ilumina para dar una correcta interpretación de las mismas.

3.- Estar atento a la analogía de la fe, hay una cohesión de las verdades de fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación.[5]

El sentido de la Escritura

Según la antigua tradición de la Iglesia podemos ver dos sentidos de la Escritura:

1.- Sentido literal, es el sentido significado por las palabras de la Escritura, todos los sentidos se fundan en este sentido.

2.- Sentido espiritual:

   2.1.- Sentido alegórico, podemos ver mediante este sentido una mejor comprensión de los acontecimientos reconociendo en todas las circunstancias a Cristo.

   2.2.- Sentido moral, se trata de acontecimientos escritos para obrar justamente, son instrucciones para nuestra salvación.

   2.3.- Sentido anagógico, en este sentido se ven realidades eternas, es decir, la Iglesia en la tierra es signo de la Jerusalén celeste.[6]

EL CANON DE LAS ESCRITURAS

La lista integral de los Libros Santos es llamada “Canon” de las escrituras, y comprende para el Antiguo Testamento 46 escritos y para el Nuevo Testamento 27 escritos.

El Antiguo Testamento

Es una parte de la Escritura de la que no se puede prescindir, son libros inspirados y tienen un valor permanente, ya que la Antigua Alianza no ha sido revocada. El fin de estos escritos era preparar la venida de Cristo; es por ello que los cristianos debemos venerar el Antiguo Testamento como verdadera Palabra de Dios.[7]

El Nuevo Testamento

Estos escritos nos muestran la verdad definitiva de la Revelación divina, es por ello que el centro es Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, sus obras, enseñanzas, pasión y glorificación. Por ello el centro y corazón de las escrituras son los Evangelios, ya que son testimonio de la vida y doctrina de nuestro Salvador.

En esta formación de los Evangelios se pueden distinguir tres etapas: la vida y enseñanza de Jesús, la tradición oral (realizada por los apóstoles), los evangelios escritos.[8]

La unidad del Antiguo y del Nuevo Testamento

La lectura de la Escritura debe ser siempre a la luz de los Evangelios, es decir, a la luz de Cristo muerto y resucitado. Ya que podemos decir que el Nuevo Testamento se encuentra escondido en el Antiguo Testamento; mientras que el Antiguo se hace manifiesto en el Nuevo.[9]

LA SAGRADA ESCRITURA EN LA VIDA DE LA IGLESIA

“La Iglesia recomienda insistentemente a todos los fieles la lectura asidua de la Escritura para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo, pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo”.[10]



[1] CEC n° 102
[2] Cf. CEC n° 104
[3] Cf. CEC n° 105 - 108
[4] Cf. CEC n° 109 - 110
[5] Cf. CEC n° 111 - 114
[6] Cf. CEC n° 115 - 119
[7] Cf CEC n° 120 - 123
[8] CF. CEC n° 124 - 127
[9] Cf. CEC n° 128 - 130
[10]  CEC n° 133

miércoles, 13 de mayo de 2015

LA SINCERIDAD


Para vivir una vida auténticamente humana, hemos de amar mucho la verdad, que es, en cierto modo, algo sagrado que requiere ser tratado con respeto y con amor. La verdad está a veces tan oscurecida por el pecado, las pasiones y el materialismo que, de no amarla, no sería posible reconocerla. ¡Es tan fácil aceptar la mentira cuando viene en ayuda de la pereza, de la vanidad, de la sensualidad, del falso prestigio!

A veces la causa de la insinceridad es la vanagloria, la soberbia, el temor a quedar mal. El Señor ama tanto esta virtud que declaró de Sí mismo: “Yo soy la Verdad”[1], mientras que el diablo es mentiroso y padre de la mentira[2], todo lo que promete es falsedad. Jesús pedirá al Padre para los suyos, para nosotros, que sean santificados en la verdad[3].

Mucho se habla hoy de ser sinceros, de ser auténticos o de palabras similares, y, sin embargo, los hombres tienden a ocultarse en el anonimato y, con frecuencia, a disfrazar los verdaderos móviles de sus actos ante sí mismos y ante los demás. También ante Dios intentan pasar en el anonimato, y rehúyen el encuentro personal con Él en la oración y en el examen de conciencia. Sin embargo, no podremos ser buenos cristianos si no hay sinceridad con nosotros mismos, con Dios y con los demás.

A los hombres nos da miedo, a veces, la verdad porque es exigente y comprometida. Y en determinadas ocasiones puede llegar la tentación de emplear el disimulo, el pequeño engaño, la verdad a medias, la mentira misma; otras veces, podemos sentir la tentación de cambiar el nombre a los hechos o a las cosas para que no resulte estridente el decir la verdad tal como es.

La sinceridad es una virtud cristiana de primer orden. Y no podríamos ser buenos cristianos si no la viviéramos hasta sus últimas consecuencias. La sinceridad con nosotros mismos nos lleva a reconocer nuestras faltas, sin disimularlas, sin buscar falsas justificaciones; nos hace estar siempre alerta ante la tentación de “fabricarnos” la verdad, de pretender que sea verdad lo que nos conviene, como hacen aquellos que pretenden engañarse a sí mismos diciendo que “para ellos” no es pecado algo prohibido por la Ley de Dios. La subjetividad, las pasiones, la tibieza pueden contribuir a no ser sincero con uno mismo. La persona que no vive esta sinceridad radical deforma con facilidad su conciencia y llega a la ceguera interior para las cosas de Dios.

Otro modo frecuente de engañarse a sí mismo es no querer sacar las consecuencias de la verdad para no tener que enfrentarse con ellas, o no decir toda la verdad: “Nunca quieres "agotar la verdad". Unas veces, por corrección; Otras por no darte un mal rato. Algunas, por no darlo. Y, siempre, por cobardía. Así, con ese miedo a ahondar, jamás serás hombre de criterio.”[4]
Para ser sinceros, el primer medio que hemos de emplear es la oración: pedir al Señor que veamos los errores, los defectos del carácter, que nos dé fortaleza para reconocerlos como tales, y valentía para pedir ayuda y luchar. En segundo lugar, el examen de conciencia diario, breve pero eficaz, para conocernos. Después, la dirección espiritual y la Confesión, abriendo de verdad el alma, diciendo toda la verdad, con deseos de que conozcan nuestra intimidad para que nos puedan ayudar en nuestro caminar hacia Dios. “No permitáis que en vuestra alma anide un foco de podredumbre, aunque sea muy pequeño. Hablad. Cuando el agua corre, es limpia; cuando se estanca, forma un charco lleno de porquería repugnante, y de agua potable pasa a ser un caldo de bichos.”[5] Con frecuencia nos ayudará a ser sinceros el decir en primer lugar aquello que más nos cuesta.

Si rechazamos al demonio, con la ayuda de la gracia, comprobaremos que uno de los frutos inmediatos de la sinceridad es la alegría y la paz del alma. Por eso le pedimos a Dios esta virtud, para nosotros y para los demás.

Sinceros con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Si no lo somos con Dios, no podemos amarle ni servirle; si no somos sinceros con nosotros mismos, no podemos tener una conciencia bien formada, que ame el bien y rechace el mal; si no lo somos con los demás, la convivencia se torna imposible, y no agradamos al Señor.

Quienes nos rodean han de sabernos personas veraces, que no mienten ni engañan jamás. Nuestra palabra de cristianos y de hombres y mujeres honrados ha de tener un gran valor delante de los demás: “Sea pues, vuestro modo de hablar, sí, sí; no, no, que lo que pasa de esto, de mal principio procede.”[6] El Señor quiere realzar la palabra de la persona de bien que se siente comprometida por lo que dice. La verdad en nuestro actuar debe ser también un reflejo de nuestro trato con Dios.

El amor a la verdad nos llevará a rectificar, si nos hubiéramos equivocado. “Acostúmbrate a no mentir jamás a sabiendas, ni por excusarte, ni de otro modo alguno, y para eso ten presente que Dios es el Dios de la verdad. Si acaso faltas a ella por equivocación, enmiéndalo al instante, si puedes, con alguna explicación o reparación; hazlo así, que una verdadera excusa tiene más gracia y fuerza para disculpar que la mentira.”[7]

La infidelidad es siempre un engaño, mientras que la fidelidad es una virtud indispensable en la vida personal y en la vida social. Sobre ella descansan, por ejemplo, el matrimonio, el cumplimiento de los contratos, las actuaciones de los gobernantes, etc.

En un matrimonio debe primar la sinceridad en todo, sin secretos de ninguna naturaleza, que suelen acarrear un maremoto de celos de imprevisibles consecuencias para la paz del hogar. Es necesario mirarse el uno al otro como personas y no únicamente como "padres".

Debe resaltar siempre lo bueno, corrigiendo con cariño y comprensión los desaciertos.

Jamás una reprimenda, o “decirse cosas” frente a los hijos, ¡porque eso no lo olvidarán jamás! También en cuanto a la educación de los hijos deben hacerse un plan y trabajar los dos mancomunados, unidos; pues si uno dice “si”, y el otro dice “no”, desconcierta, si una parte permite todo, o desacredita y la otra parte trata de poner un orden en la vida familiar, desorienta a los hijos que generalmente se sienten heridos en el alma, o tratan de sacar “ventajas” de las desavenencias de sus propios padres.

Nadie en la vida está libre de momentos desagradables, pero es necesario prevenir, medir las palabras y actitudes, pensando en las consecuencias que estás pueden traen tanto para los hijos como para la misma vida marital.

La bondad, el perdón, el diálogo y muchas veces el silencio antes que las palabras fuera de lugar, son piezas claves para la armonía familiar. Desastres familiares provienen generalmente de cosas pequeñas que se amontonan y nunca se quiere enfrentar y aceptar para darle adecuada solución, y luego resulta tarde. Un divorciado confiaba esto: “Hubo en mi matrimonio malos ratos que yo pensaba que eran intolerables, hasta que he descubierto que la vida es más intolerable sin ellos”. Al respecto aconsejaba el cardenal Feltin: “Que los esposos no se hagan ilusiones: la felicidad que los esposos encontrarán en el hogar será siempre fruto de una renuncia recíproca. El amor tendrá que ser purificado y cultivado siempre, debe construirse sin descanso, no existe un estado definitivo, una conquista definitiva del amor”.

El amor a la verdad nos llevará también a no formarnos juicios precipitados, basados en una información superficial, sobre personas o hechos. Es necesario tener un sano espíritu crítico ante noticias difundidas por la radio, la televisión, periódicos o revistas, que muchas veces son tendenciosas o simplemente incompletas.

Con frecuencia, los hechos objetivos vienen envueltos en medio de opiniones o interpretaciones que pueden dar una visión deformada de la realidad. Especial cuidado hemos de tener con noticias referentes, directa o indirectamente, a la Iglesia. Por el mismo amor a la verdad, hemos de dejar a un lado los canales informativos sectarios que enturbian las aguas, y buscar una información objetiva, veraz y con criterio, a la vez que contribuimos a la recta información de los demás. Entonces se hará realidad la promesa de Jesús: “La verdad os hará libres.”[8]

Acudamos siempre a nuestra Madre la siempre virgen María, quien es modelo de obediencia, sinceridad y santidad, para que nos ayude a poder ser sinceros siempre con todas las personas y así mostremos nuestro amor a Dios.


(Partes tomadas de la colección de libros "Hablar con Dios", Francisco Carbajal)

[1] Jn 14, 6
[2] Jn 8, 44
[3] Cfr. Jn 17, 17 ss.
[4] San Josemaría Escrivá de Balaguer, “Camino”,  n° 33
[5] San Josemaría Escrivá de Balaguer, “Amigos de Dios”, n° 181.
[6] Mt 5,37
[7] San Francisco de Sales, “Introducción a la vida devota”, III, 30
[8] Jn 8, 32.